Soy padre de una niña de treinta y nueve meses (una compañera de facultad siempre se mete con la manía de los padres de contar por meses), poco más de tres años en definitiva; y durante ese tiempo he ido comprendiendo ese refrán que dice “cuando seas padre comerás huevo”, aunque yo cambiaría el sentido del mismo. Porque al ser padre, más que comer huevo, lo que uno se come es la cabeza un ídem.
ANDRÉS CABRERA/ Alicante- Sin quererlo, cambia tu perspectiva, tus convicciones y tus preferencias; por cambiar, cambia tu percepción del mundo y hasta tu manera de sentir –os lo juro-.
Sin embargo, otras actitudes permanecen. Las costumbres son muy difíciles de variar. Una de esas costumbres es mi natural animadversión hacia la publicidad, que se traduce en unos dedos hábiles tanto con el mando de la televisión como con el dial de la radio. Aunque en ocasiones, uno no es tan rápido como quisiera. Lee el resto de esta entrada »